lunes, octubre 27, 2008

... Entre ideas ...



¿Si al tirar los dados el miedo se vuelve ceniza?
Pero no hay más juegos para el alma
Volver a comenzar
Sin olvidar la realidad.



domingo, octubre 19, 2008

... Aprendí que es mejor el té helado que tibio ...

¿Qué hacer cuando has jodido todo el panorama que acababas de dibujar?

¿Qué hacer cuando te olvidas de charlar?

Estoy en el punto de partida... Dolores trasnochadores,un sonido a lo lejos.
Tal vez olvido que es Domingo,vaya a comprar la cena, o que mejor,
seguir haciéndome las mismas preguntas que vienen
revoloteando mi cabeza durante estos tres días.

Fin del asunto.. P.d: Cuando el cielo esta gris.... Es porque va a llover.
(Más intelectual no puedo ser,Já!)

miércoles, octubre 15, 2008

Amor Especial _ Bamboo

Reggae love is in selection
Un amor tan especial


Es tan especial este amor
Que nace dentro de mi
Es tan especial este amor
Cada día creo más en ti
Es tan especial este amor
Que nace dentro de mi
Es tan especial este amor
Cada día creo más en ti

Es tan especial este amor
Que nace dentro de mi
 Que le da a mi corazón
La fuerza para resistir
Es tan especial amor
Lo que siento por ti
Que cuando estas junto a mi
Brilla mas el sol
Y tu luz ilumina mi alma


Es tan especial lo que tu me das
Y nada cambio esperar
Y se que tu mano no me dejara
Vamos juntos por la eternidad
Se que lejos de ti no hay vida
Y no hay nada después de ti
Y cada día te entrego mi ser
Gracias por hacerme tan feliz


Es tan especial, es tan especial

Dame la fuerza para sobrevivir
Dame la fé para seguir
Solo tu tienes el poder
De cambiarme a mí

Dame la fuerza
Tienes el poder

Creo mas en ti
Creo mas en ti
Creo mas en mi, más en mi.

Te Dua Ch - Tres años.
Tú por Mí ... Yo por Ti.


miércoles, octubre 08, 2008

Segunda Elegía de Duíno _ Rainer Rilke

Todo ángel es terrible. Y sin embargo, ay, los invoco
a ustedes, casi mortíferos pájaros del alma, sé quiénes
son ustedes. Los días de Tobías, ¿dónde quedaron?,
cuando uno de los más radiantes apareció en el umbral
sencillo de la casa un poco disfrazado para el viaje,
ya no tremendo (muchacho para el muchacho,
que se asomó, curioso). Si ahora avanzara el arcángel,
el peligroso, desde atrás de las estrellas, un solo paso,
que bajara y se acercara: el propio corazón, batiendo
alto, nos mataría. ¿Quién es usted?
Tempranos afortunados, ustedes, los mimados
de la creación, cadena de cumbres, cordillera roja
del amanecer de todo lo creado -polen de la divinidad
floreciente, coyunturas de la luz, corredores,
escalones, tronos, espacios del ser, escudos
deliciosos, tumultos del sentimiento tormentosamente
arrebatado, y de pronto, individualizados, espejos,
ustedes, los que recogen nuevamente en sus propios
rostros, la propia belleza que han irradiado.

Porque nosotros, siempre que sentimos, nos evaporamos;
ay, nosotros nos exhalamos a nosotros mismos,
nos disipamos; de ascua en ascua soltamos un olor cada
vez más débil. Probablemente alguien nos diga: Sí,
entras en mi sangre; este cuarto, la primavera se llena
de ti..., ¿de qué sirve? Él no puede retenernos,
nos desvanecemos en él y en torno suyo.
Y aquellos que son hermosos, oh, ¿quién los retiene?
Incesantemente la apariencia llega y se va de sus
rostros. Como rocío de la hierba matinal se esfuma
de nosotros lo que es nuestro, como el calor
de un plato caliente. Oh, sonrisa ¿a dónde? Oh,
mirada a lo alto: nueva, cálida, fugitiva
ola del corazón; sin embargo, ay, somos eso. ¿Entonces
el firmamento, en el que nos disolvemos, sabe
a nosotros? ¿De veras los ángeles recapturan solamente
lo suyo, lo que han irradiado, o a veces, como
por descuido, hay algo nuestro en todo ello? ¿Estamos
tan entremezclados en sus facciones, como la vaga
expresión en los rostros de las mujeres preñadas?
Ellos no lo advierten en el torbellino de su regreso
a sí mismos. (¿Cómo habrían de advertirlo?).

Los amantes podrían, si lo comprendieran,
hablar extrañamente en el aire nocturno. Pues parece
que todo nos oculta. Mira, los árboles son; las casas
que habitamos permanecen todavía. Sólo nosotros pasamos
de largo sobre todas las cosas como un cambio
de vientos. Y todo se une para acallarnos, mitad
por vergüenza quizás, y mitad por esperanza indecible.

Amantes, a ustedes, satisfechos el uno en el otro,
les pregunto por nosotros. Ustedes, los que se aferran
a sí mismos. ¿Tienen pruebas? Miren, me ha ocurrido que
mis manos se reconozcan entre sí, o que mi rostro ajado
se refugie en ellas. Eso me da cierta sensación. ¿Pero
quién, sólo por eso, se atrevió a creer que de veras
es? Sin embargo ustedes, los que crecen el uno
en el arrobo del otro, hasta que él suplica, abrumado:
“Basta”; ustedes, los que crecen, bajo sus recíprocas
manos, más exuberantes, como años de grandes uvas;
los que mueren a veces, sólo porque el otro se ha
expandido demasiado; a ustedes les pregunto por nosotros.
Sé que se tocan tan dichosamente porque la caricia
retiene, porque no desaparece el sitio que ustedes,
los tiernos, ocupan; porque, debajo de todo ello, ustedes
sienten la duración pura. Ustedes, de sus abrazos,
por ello, casi se prometen eternidad. Sin embargo, cuando
ya se han sostenido el sobresalto de la primera mirada,
y ya ocurrieron las ansias junto a la ventana
y del primer paseo juntos, una vez, por el jardín:
Ustedes, amantes, ¿siguen todavía entonces siendo
los mismos? Cuando el uno alza al otro hasta su boca
y se unen -bebida con bebida-: ¡oh, de qué manera
tan extraña el bebedor entonces se escapa de su función!

¿No se asombraron ustedes, en las estelas áticas,
de la prudencia de los gestos humanos? El amor
y la despedida, ¿no fueron puestos demasiado
ligeramente sobre los hombros, como si se tratara
de seres hechos de otra materia que nosotros?
Recuerden las manos, cómo se posan sin presión, aunque
hay vigor en los torsos. Estos dueños de sí mismos
lo sabían: Hasta aquí, nosotros; esto es lo nuestro,
tocarnos así; que los dioses nos aprieten
con mayor fuerza. Pero eso es cosa de los dioses.
Si nosotros encontráramos también una pura, contenida,
estrecha, humana franja de huerto, nuestra, entre
río y roca. Pues nuestro propio corazón nos excede
tanto como a aquéllos. Y ya no podemos mirarlo
a través de imágenes que lo sosieguen, ni a través
de cuerpos divinos, en los que se contenga más.




Un Saludo desde Aquí a la Distancia