viernes, septiembre 07, 2007

Bajo El Cielo Nacido Tras La Lluvia


"Bajo el cielo nacido tras la lluvia
escucho un leve deslizarse de remos en el agua,
mientras pienso que la felicidad
no es sino un leve deslizarse de remos en el agua.
O quizás no sea sino la luz de un pequeño barco,
esa luz que aparece y desaparece
en el oscuro oleaje de los años
lentos como una cena tras un entierro.

O la luz de una casa hallada tras la colina
cuando ya creíamos que no quedaba sino andar y andar.

O el espacio del silencio
entre mi voz y la voz de alguien
revelándome el verdadero nombre de las cosas
con sólo nombrarlas: "álamos", "tejados".
La distancia entre el tintineo del cencerro
en el cuello de la oveja al amanecer
y el ruido de una puerta cerrándose tras una fiesta.
El espacio entre el grito del ave herida en el pantano,
y las alas plegadas de una mariposa
sobre la cumbre de la loma barrida por el viento.

Eso fue la felicidad:
dibujar en la escarcha figuras sin sentido
sabiendo que no durarían nada,
cortar una rama de pino
para escribir un instante nuestro nombre en la tierra húmeda,
atrapar una plumilla de cardo
para detener la huída de toda una estación.

Así era la felicidad:
breve como el sueño del aromo derribado,
o el baile de la solterona loca frente al espejo roto.
Pero no importa que los días felices sean breves
como el viaje de la estrella desprendida del cielo,
pues siempre podremos reunir sus recuerdos,
así como el niño castigado en el patio
encuentra guijarros para formar brillantes ejércitos.
Pues siempre podremos estar en un día que no ayer ni mañana,
mirando el cielo nacido tras la lluvia
y escuchando a lo lejos un leve deslizarse de remos en el agua."

Jorge Teillier

1 comentario:

Anónimo dijo...

No tenía sueño y me asomé a tu ventana.Admito que la abrí con curiosidad y con una pizca de miedo por si estabas agazapada tras las cortinas obervándome con ojos burlones atrapando almas desnudas al vuelo. Entré despacito sin hacer ruído y no sentí ningún escalofrío y es por eso que me senté cómodamente en tu sofá para saborear las palabras que recorren tu casa. No sé como sucedió pero cuando me dí cuenta estaba amaneciendo; se había parado mi reloj mientras yo me dejaba arrastrar por ese mundo poético que creaste para deleitar nuestros sentidos. No sé porqué no me ha sorprendido. Lo esperaba y lo intuía porque tras esa nebulosa en que te escondes derrochabas sensibilidad y sé que traspasaré más veces esta puerta porque me he sentido muy a gusto dentro. Y como conoces mi secreto de vida anterior, no te voy a dejar ningún beso pero sí un montoncito de mordiscos para que hagas de ellos el uso que quieras.




Un Saludo desde Aquí a la Distancia