martes, agosto 29, 2006






La noche me llena de calma
La magia lentamente se acaba

Y te olvido
Y te llamo
Y sonrio
Y me callo

sábado, agosto 26, 2006

...1984...


...Era un día luminoso y frío de abril y los relojes daban las trece. Winston Smith, con la barbilla clavada en el pecho en su esfuerzo por burlar el molestísimo viento, se deslizó rápidamente por entre las puertas de cristal de las Casas de la Victoria, aunque no con la suficiente rapidez para evitar que una ráfaga polvorienta se colara con él.

El vestíbulo olía a legumbres cocidas y a esteras viejas. Al fondo, un cartel de colores, demasiado grande para hallarse en un interior, estaba pegado a la pared. Representaba sólo un enorme rostro de más de un metro de anchura: la cara de un hombre de unos cuarenta y cinco años con un gran bigote negro y facciones hermosas y endurecidas. Winston se dirigió hacia las escaleras. Era inútil intentar subir en el ascensor. No funcionaba con frecuencia y en esta época la corriente se cortaba durante las horas de día. Esto era parte de las restricciones con que se preparaba la Semana del Odio. Winston tenía que subir a un séptimo piso. Con sus treinta y nueve años y una úlcera de várices por encima del tobillo derecho, subió lentamente, descansando varias veces. En cada descansillo, frente a la puerta del ascensor, el cartelón del enorme rostro miraba desde el muro. Era uno de esos dibujos realizados de tal manera que los ojos le siguen a uno adondequiera que esté. EL GRAN HERMANO TE VIGILA, decían las palabras al pie.

Dentro del piso una voz llena leía una lista de números que tenían algo que ver con la producción de lingotes de hierro. La voz salía de una placa oblonga de metal, una especie de espejo empañado, que formaba parte de la superficie de la pared situada a la derecha. Winston hizo funcionar su regulador y la voz disminuyó de volumen aunque las palabras seguían distinguiéndose. El instrumento (llamado telepantalla) podía ser amortiguado, pero no había manera de cerrarlo del todo. Winston fue hacia la ventana: una figura pequeña y frágil cuya delgadez resultaba realzada por el «mono» azul, uniforme del Partido. Tenía el cabello muy rubio, una cara sanguínea y la piel embastecida por un jabón malo, las romas hojas de afeitar y el frío de un invierno que acababa de terminar...

...Recuerdos...


...Memorias presas en la pared
El tiempo juega una mala broma
Ahora solo quedan viejos recuerdos
Sentimientos lejanos y ahora olvidados
Lagrimas invaden mi rosto luchan contra fantasmas de un pasado
Fui inocente...claro que lo se
Corazones que no dejan de llorar
El dolor se escapo
Se supone que ya todo paso
Pero quedo una cicatriz para que al mirar jamas se olvide el dolor de aquel puñal...

jueves, agosto 24, 2006

...Los que hablan mal...

...Hay gente que como deporte se dedica a hablar mal de gran parte de la otra parte,o sea,de la gente que les cae mal.Es una practica cotidiana,muy de la envidia pues,si la envidia fuera tiña,cuantos tiñosos habría,dice el refran.Hay gente que a uno le cae "gorda" y luego tiene que soportar,porque nada hay peor que el soportamiento forzoso.Churchill tenía una frase inolvidable de aquellos que se expresaban mal de él.Era un hombre combativo,estadista que a sus 62 años se alzó con el triunfo en el parlamento y llevó a Inglaterra a derramar sangre,sudor y lagrimas.Equivocado también en la vida porque un día puso de ejmplo a Hitler,claro antes de que fuera maloso como gobernante preocupado por su pueblo alemán,Churchill era muy envidiado.
Churchill decía: "Quien habla mal a mis espaldas mi culo contempla".
Y le asistía la razón,es muy propio de la gente envidiosa practicar este deporte del golpeteo y de las habladurías a las espaldas de alguien.Toco el tema no porque descubriera a alguien hablar mal de una.Es solo que encontré en el camino frases relacionadas con ello y hay otra que me gustó "Si los que hablan mal de mi supieran exactamente lo que yo pienso de ellos,hablarían peor" Es de Sacha Guitry en este momento no recuerdo quien es,pero la frase queda fantastica y aca la dejo para ustedes...

miércoles, agosto 23, 2006

Algo de Hermann Hesse...Demian



Y me contó la historia de un muchacho enamorado de una estrella. Adoraba a su estrella junto al mar, tendía sus brazos hacia ella, soñaba con ella y le dirigía todos sus pensamientos. Pero sabía, o creía saber, que una estrella no podría ser abrazada por un ser humano. Creía que su destino era amar a una estrella sin esperanza; y sobre esta idea construyó todo un poema vital de renuncia y de sufrimiento silencioso y fiel que habría de purificarle y perfeccionarle. Todos sus sueños se concentraban en la estrella. Una noche estaba de nuevo junto al mar, sobre un acantilado, contemplando la estrella y ardiendo de amor hacia ella. En el momento de mayor pasión dio unos pasos hacia adelante y se lanzó al vacío, a su encuentro. Pero en el instante de tirarse pensó que era imposible y cayó a la playa destrozado. No había sabido amar. Si en el momento de lanzarse hubiera tenido la fuerza de creer firmemente en la realización de su amor, hubiese volado hacia arriba a reunirse con su estrella.
(...)
Las cosas que vemos son las mismas cosas que llevamos en nosotros. No hay más realidad que la que tenemos dentro. Por eso la mayoría de los seres humanos viven tan irrealmente; porque creen que las imágenes exteriores son la realidad y no permiten a su propio mundo interior manifestarse. Se puede ser muy feliz así, pero cuando se conoce lo otro, ya no se puede elegir el camino que elige la mayoría.



Un Saludo desde Aquí a la Distancia